Quisiera embaucar al tiempo
Desorientar sus lianas
Envolver sus herbarios
Destornillar sus letreros de destino
Congelar los celofanes de beso
Hilar una red de vuelos libres
y, en mariposas reconquistadas,
destilar mi cansancio
reduciéndolo a grumos
Inventar de nuevo el trompo
en banderas azules,
en el pestañear rizado de los vinos
Insistente en mi pausa de cariño
quisiera embaucar al tiempo
Canjearle un decenio por tres lirios
Uno de trabajo para alumbrar la lápida
del que murió cesante;
otro de luz filial
para la oscura mesa de la ausencia,
y el último, perenne y solitario,
como sólido bastión del canto libre
Quisiera embaucar al tiempo
Hurtarle su rastrillo de otoños
cimbrarme en el columpio de los nardos
Trepar la costanera en temporales
Quemar cual sábana amarilla
el lastre rutinario del decenio
Que entre en nuestros huesos
el sur bravío
Que despierte el suburbio
su hidalguía
Que languidezca
el acróstico del miedo
No quiero ser más un monosílabo
Quisiera embaucar al tiempo
rescatar de sus alforjas grises
la impaciencia adolescente,
la lección rocosa en las rodillas,
la claridad del grito solidario,
la esperanza de joven sin candados
Quisiera embaucar al tiempo,
pero dicen que sabe más
por diablo que por viejo…
Del libro Miedo al Miedo, 1987
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