Llueve en el desierto de Atacama. Desde Chañaral una visión matinal de este espectáculo inusual.
La tierra del desierto es dura, pedregosa, no absorbe con facilidad la lluvia, el agua se va apozando y las calles que no tienen desagües pluviales comienzan a convertirse en grandes lagunas. Los comerciantes improvisan barricadas en la puerta de sus negocios para que el agua no entre, pero igual el efecto de la lluvia se advierte en el interior. Es que la gente del norte no se preocupa de que los techos estén seguros, ni siquiera tienen canales para las aguas lluvias. Por lo tanto, el daño que causa una lluvia intensa es notorio, porque el agua ingresa libremente a las casas. Pero, más allá de los plásticos que flamean al viento, lo de hoy es un regalo, que disfrutan niños pequeños aprendiendo lo que es un paraguas, caminando felices entre los charcos.
Sé que hablar del clima es el más común de los lugares, pero, en este caso es relevante pues ocurre en una ciudad instalada en medio del desierto, en un suelo rocoso, rico en minerales, cuestión que determina una actitud en toda la población que mira hacia el pique, hacia la montaña que se orada para extraerle sus tesoros. Aunque también está el hombre de litoral, el chango atacameño que ve en el mar su fuente de vida y sustento.
Son episodios que dejo como apuntes de una larga vecindad, acá en Atacama, una región que he conocido a fondo y que se ha hecho mi amiga, mostrándome sus muchos secretos.
Es impresionante el espectáculo. Llevo 5 años en esta región y es segunda vez que veo una lluvia, torrencial a ratos,en la ciudad de Chañaral.
ResponderEliminarEl clima ha cambiado, está mucho más helado el invierno y este frente frío de altura está provocando nevazones en cordillera.
Obviamente, el contraste del paisaje nuboso y con lluvia es espectacular. Se anuncia que lluvias seguirían hasta el sábado 9 de julio.