Se abre esta noche,
en impaciencia,
la ruta del hastío
Tu lúgubre cantinela
diluye mi alegría, lapida mi risa, sin clemencia
Cálmate, mujer,
deja ya de presionar con tus quejumbres
Déjame respirar, no me sofoques
Cual blanca avalancha tus celos
inundan nuestro lecho
Estás rebasando mi frontera
pronto te descubrirás hablando sola
Los labios son piezas del amor,
no los maltrates ni malgastes
mordiéndolos con rabias y rencores
No creo en tus sollozos,
manipulas con tus llantos,
Solitario subo a mis roqueríos,
escapo de ti, doliente.
Me encierro en la escasa libertad
que rescato en la noche
Y me escondo en mis libros gastados
para mantener el silencio cual burbuja,
hastiado de tu ira
de tus majaderas historias truculentas
del frío que nos invade como un hongo negro
Atenta, mujer, que un precipicio
circunda nuestro amor de fuego
Porque demueles el amor que te profeso,
Porque destruyes las ocasiones de beso
Sepultas mi deseo entre jaquecas.
Y yo anuncio un próximo escape,
quizás definitivo.
Historias de desamor, Comarca de los Poetas, 9 de mayo de 2011.
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